Soy
el avatar que ha sido llamado, solo observo, nuestro propósito debe
permanecer en las sombras.
-Ja. Sueno ridículo,
¿verdad?
El panorama del bosque cubierto de nieve y la pared
rocosa cubría casi todo el cielo, creando un contraste entre la
sombra y la luz, donde se tomó el tiempo para que su cabeza
decidiera el camino correcto a seguir. Si los jefes querían un
intelectual para la misión, probablemente se equivocaron de persona.
Él, que solo anhelaba la acción, siempre era recompensado con
acertijos. Durante horas, solo dió vueltas y vueltas alrededor de la
montaña. Qué frustrante.
-¿Este u oeste? ¿En serio este
mapa está actualizado?
El Chamán descansaba la espalda
contra un árbol, tratando de descifrar el lugar exacto de la entrada
que buscaba. Pero, por supuesto, la madriguera estaba bien escondida,
ya que no había nada que se le pareciera cerca. Como una mala broma,
el mapa tampoco era tan preciso como le hubiera gustado. Suspiró
cansado y se preguntó una vez más por qué había aceptado la
misión.
Sí, únete a las Divisiones. Solo es una
comprobación de reconocimiento. ¿Cómo se supone que voy a
comprobar un lugar al que no puedo acceder?
-Tío.
A este paso, o me atraparán los sin raza o me matará la propia
División.
Su garganta le pedía que calmara la sed que
llevaba soportando desde que llegó. Mirando el río frente a él,
finalmente decidió dar un buen trago. Después de refrescarse la
garganta, se aseguró de llenar la cantimplora para más tarde.
-Oeste... Este....
La nieve había borrado el camino
que había recorrido anteriormente. Pero al inspeccionar más de
cerca, encontró nuevas huellas.
¿Era solo su imaginación?
Chamán sintió que su cuerpo daba un respingo al darse cuenta y
revisó frenéticamente los alrededores. Su mano libre buscó
rápidamente la pistola en la funda de su cadera, y una sombra cruzó
su campo de visión. Sin embargo, después, su visión se volvió
borrosa. Hacía tanto frío que era difícil resistirse a la
tentación de rendirse. A lo lejos, donde continuaba el camino
rocoso, una figura monstruosa, alta y oscura se desvaneció.
Agarró
la pistola, pero cuando pudo apuntar, la sombra había desaparecido
por completo, como si fuera un fantasma en lugar de un humano.
¿Estaba alucinando?
-Oeste... Este... - Y finalmente, aceptó
no saber qué hacer, con el cuerpo llegando al límite. Dejó que su
espalda descansara de nuevo, tratando de sacar algo de ello. -¿Por
qué no me ayudas?
Entonces lo sintió. Notó las frías uñas
agarrándole la cabeza y girándola hacia la pared que había rodeado
constantemente antes.
-Por supuesto... Dentro de una de las
montañas...
Volvió a consultar el mapa. Todavía tenía que
caminar un poco. Tenía que haber un camino dentro de una de ellas.
Vamos. Solo estoy perdiendo el tiempo aquí. Gracias.
Asintió
con la cabeza, con la corazonada de que la sombra podría haber sido
su viejo amigo, su compañero y lo que siempre había sentido como un
espíritu protector.
-Gracias, Pujay.
La
hierba completamente congelada. La sangre tiñendo la nieve de rojo.
Más de un cuerpo sin vida en medio de la escena. Una imagen más
habitual de lo que a algunos les gustaría, pero una bendición para
otros. Insolentemente, el grupo de insurgentes no tuvo más remedio
que esconder el rabo entre las piernas y escabullirse, al darse
cuenta de que sus armas no eran suficientes para luchar contra los
soldados que los rodeaban. Las bajas eran demasiado elevadas en ese
momento de la batalla como para continuar.
-¡Retirada!
A
la orden del capitán al mando del pequeño grupo, pronto recogieron
sus cosas y corrieron hacia el bosque. Cuando llegaron los soldados,
les fue imposible encontrar a nadie. Cero. Ni una sola figura humana
de ningún tipo. Por supuesto, registraron y barrieron la zona a
conciencia, buscando entradas ocultas, pero no había manera. Ni una
sola abertura.
-Buscad
a esos cabrones. Los quiero muertos esta semana. ¡No, mañana
mismo!
-Esto es una puta vergüenza. No solo han
matado a muchos de nuestros mejores miembros, sino que a ellos no les
hemos tocado ni un pelo. Mañana les vamos a meter tal petardo por el
culo que ni siquiera sabrán dónde disparar. -El comandante Lázár
miró a su pequeño grupo de terroristas que aún quedaba en pie.
Ninguno parecía muy motivado después de la gran cagada de esa
tarde. Pero sabían que quejarse podía acabar siendo mortal para
ellos, así que se limitaron a asentir con la mayor humildad posible.
-Emil, eres un puto inútil con las armas. ¿Por qué coño sigues
intentando parecer guay llevando una metralleta? Ni siquiera mides
metro y medio y acabas volando tú mismo con el retroceso, un pollo
pesa más que tú y seguro que sabe disparar mejor que tú.
El
miembro se quedó en silencio, tratando de mantener la compostura
ante las quejas. Afortunadamente, todos sabían que una vez que
criticara a un par de ellos, se quedaría más calmado. Como jefe,
era especialmente benevolente, para ser el líder de un puñado de
anarquistas que querían alcanzar sus ideales mediante la violencia.
¿Qué ideales? En realidad, a estas alturas, los que sabían la
respuesta ya llevaban mucho tiempo enterrados treinta metros bajo
tierra.
Viejos
comandantes. Guerrilleros del grupo original. Solo Lázár seguía en
pie para poder transmitir su mensaje, o así habría sido si no
hubiera perdido la cabeza hace ya años. En ese momento, no era más
que un chiflado al mando de otras personas que simplemente querían
dar rienda suelta a sus instintos más primitivos de violencia. Una
extraña fuente inagotable de dinero y una afluencia de material de
origen desconocido les ofrecían un paraíso terrenal para los juegos
de disparos. De la forma más extrema posible.
Pero
era cierto que la moral estaba por los suelos desde hacía bastante
tiempo. Todos sabían que Lázár ya no era lo suficientemente joven
para manejar nada. Por supuesto, nadie quería reconsiderar que no
había nada más desmotivador que la violencia por la violencia, y lo
fácil que es agotar el deseo de continuar con algo cuando no hay
resultados ni progresos tangibles. Al anciano solo le quedaban unos
años para jubilarse. Y eso era algo que el propio Lázár sabía.
-Escuchadme
todos, pandilla de inútiles. Con semejante panda de capullos
inservibles, yo no puedo trabajar. Y soy demasiado viejo para
aguantar a un puñado de millennials que ni siquiera saben hacerse un
puto huevo frito.
Algunos
tuvieron la osadía de murmurar en segundo plano. Lázár carraspeó.
-Por
eso... Mañana recibiremos a una persona más capaz de poneros al
frente de la fila. Alguien con mano dura. -El comandante se sentó en
la primera silla que encontró y comenzó a secarse el sudor con un
trapo sucio que colgaba de otra silla cercana. -Quiero que Emil, Eli
y Bakarne vayan a recogerlo a la salida este, donde está la Roca del
Merodeador Borracho.
Los
mencionados protestaron. No había nada peor que tener que ir a ese
maldito lugar en medio de la nada. El peculiar nombre que se le había
dado a la roca, o al menos lo que se contaba como su origen, hacía
referencia a un miembro en particular que custodiaba una roca todas
las noches desde donde tenían acceso a un segundo cuartel general de
emergencia. Al parecer, su afición a la bebida le pasó factura y,
durante las noches, se dedicaba a vagar por el bosque en lugar de
realizar la tarea que se le había asignado, lo que finalmente
provocó que se descubriera esa base y tuviera que ser desactivada de
inmediato. Lo peor de todo no era su pasado, que claramente supuso un
punto de inflexión para el grupo, sino que, debido a su lejanía, se
encontraba en una zona mucho más fría y terriblemente difícil de
recorrer.
-Dejad de quejaros, maricones. A ver si con una nueva dirección acabáis valiendo para algo más que disparar al aire y follar como animales en celo. Que no tenéis ni idea de cómo comportaros.
Otra
razón por la que Lázár ya no daba para más. Se había convertido
en la figura de autoridad que tanto había odiado. Aunque a algunos
les parecía divertido, eso solo servía para deprimir aún más a
todos. Eso no significaba que sus palabras no fueran ciertas. Si algo
caracterizaba a todos esos aspirantes a terroristas de parvulario era
que no sabían luchar ni matar bien, pero también tenían una alta
proporción de actos libidinosos a lo largo del día. Casi no había
nadie que no conociera los orificios de su compañero de al lado. La
tensión y el deseo de libertad habían llevado a muchos a renunciar
a su orientación original solo para poder tocar algo de piel
caliente.
-En
cualquier caso, mañana recibiremos allí a nuestro nuevo recluta. Y
quiero que todos le mostréis vuestra mejor cara.
Eso
significaba principalmente que la vida de fiesta y violencia gratuita
había terminado. Ahora era el momento de ponerse serio por un
objetivo indeterminado. De locos.
-Ah,
y antes de que se me olvide....
Lázár
saludó hacia la puerta.
-Aquí
hay un corresponsal de los altos mandos. ¡Mirad a este tipo, fuerte,
amenazador!.- Se inclinó hacia Chamán, recién llegado. Este
agradeció a lo que fuera que fuese lo que estuviese en el cielo por
todas sus máscaras y su fantástico equipamiento, porque estaba
temblando por dentro. Especialmente después de presenciar el
horrible desastre de batalla solo para informar a sus jefes. -¿Cómo
te llamas, chico?.
-Mi
nombre en clave es... Chamán. El
Chamán.
-Oooh, alguna mierda mística de esas, sí.... -Lázár le dio una palmada en la espalda. -Espero que disfrutes de tu estancia. ¿Alguna pregunta para nuestro nuevo miembro?.
Se
hizo un silencio sepulcral.
Los
estrechos pasillos de la base subterránea fueron testigos de sus
protestas una vez que terminó la reunión de emergencia.
-Illo,
menudo mojón, con el fresco que hace y quieren enviarnos a ese
infierno... Seguro que es una trampa o algo así. No creo que alguien
competente venga de repente aquí para mandar y ayudar y.... -Emil
titubeó al hablar, gesticulando efusivamente con las manos. No pudo
evitar cruzar los brazos para protegerse del frío. Su uniforme de
legionario español no le cubría lo suficiente la piel, que mostraba
signos de ascendencia mestiza. Por su forma de pronunciar algunas
eses, parecía ser de origen hispano-árabe, pero claramente criado
en el sur de España. -Seguro que es otro degenerado y un sieso.
-Creo
que te olvidas de otro detalle importante. -Con un acento bastante
alemán, que contrastaba con su aspecto de chica gótica en lugar de
ario, Elizabeth comenzó a jugar con su largo cabello negro. -¿A
quién demonios conoce ese viejo cabrón del exterior? Mientras no
sea un antiguo colega suyo o alguna mierda por el estilo....
-Uno
que es más inteligente que todos en ese momento, no ni ná. -Emil se
estremeció. Tenía el pecho al descubierto debido al escote del
uniforme. Entre su pequeña estatura y su rostro suave, era uno de
los favoritos a la hora de competir por un poco de diversión en las
fiestas. Sin embargo, en ese momento no había ningún grupo de
hombres más musculosos y con vello en el pecho dispuestos a darle su
afecto después del desmotivador discurso, así que iba a tener que
aguantarse el frío durante un tiempo. -Bakarne, ¿podrías dejarme
una rebequita o algo, niña?
-Bai, por supuesto. -Un acento nasal que variaba los tonos de forma exagerada salió de la boca de la joven. Se quitó la máscara para respirar un poco y se volvió a poner las gafas rotas y la txapela. En cuanto guardó la máscara se quitó la chaqueta y se la prestó a Emil. -Más te vale devolvérmela luego, edo...
-Sí,
sí... No quiero acabar como Víctor, hecho papilla. -Dijo, un poco
asustado. Ambos eran más bajos que Elizabeth, que parecía una
especie de reina ante ellos. Sin embargo, a pesar de ciertas
similitudes y orígenes, Emil y Bakarne eran claramente diferentes.
Emil se aferraba a mantener sus buenos modales y su aspecto cuidado,
del que se enorgullecía. Mientras que la vasca parecía un animal,
mostrando los colmillos como un perro, maldiciendo constantemente y
con un aspecto desaliñado, con el cabello completamente despeinado.
En lugar de comprarse unas gafas nuevas, se había limitado a
arreglar las patillas con cinta adhesiva. La definición opuesta al
glamour.
Todos
se fueron a sus habitaciones, sin querer intercambiar más palabras
entre ellos. Mañana, y a partir de ahora, les esperaba una vida más
organizada. Una pesadilla más terrible que simplemente morir en
combate.
Pero Chamán no podía molestarse en descansar.
Caminó un poco hacia el vestíbulo, tratando de calmar su
nerviosismo. Sentía que el ambiente de los pasillos lo aprisionaba.
La suciedad acechaba su cordura. ¿Cómo podía la gente vivir en un
estado tan miserable? ¿Y estos tipos estaban destinados a ser uno de
los proyectos especiales para luchar contra el enemigo?
La luz
de la luna atravesaba una de las ventanas derruidas e iluminaba un
vestíbulo espacioso y lleno de basura donde se conectaban la mayoría
de las estancias principales. Una escalera conducía a varias
oficinas especiales.
Antes de poder volver a su habitación,
vio que una de las oficinas de los responsables de las operaciones
especiales abría su puerta. Sabía que guardaban algún equipo
específico para misiones suicidas, y alguien tenía que estar a
cargo de orquestarlo todo para el ahora demencial Lázár. Pero no
podía creer lo que veían sus ojos, y se fue directamente a la cama,
después de verla. No podía ser, sus ojos oscuros tenían que ser
solo el anhelo de su corazón. Corrió a su dormitorio y se hundió
bajo las mantas, completamente rojo.
-Ella está aquí... Ella
está aquí... ¡¿Por qué está aquí?!
Intentó relajarse,
pero unas manos frías y escamosas le agarraron la cabeza de nuevo.
Su cabeza ya no estaba en el mejor estado, pero sabía que Pujay
estaba allí otra vez. Sentía sus fríos dientes cerca de sus oídos,
pero no podía entender nada. Finalmente, se rindió. El sueño se
apoderó de la conciencia de George King y lo arrastró a lo más
profundo de los sueños.
Te has metido en una trampa
mortal, Chamán.
Pujay, con su naturaleza traviesa,
decidió por una vez que era mejor advertir sinceramente al pobre
agente estadounidense-irlandés que se había introducido en las
fauces del
monstruo.
-Aaaagh.
Sus
huesos crujían débilmente mientras trotaba hacia la oficina del
director general que gestionaba las quejas de los miembros para
presentar su identidad falsa.