Episodio 1
Una palmada en la espalda a mi mismo



   

    Soy el avatar que ha sido llamado, solo observo, nuestro propósito debe permanecer en las sombras.

    -Ja. Sueno ridículo, ¿verdad?

    El panorama del bosque cubierto de nieve y la pared rocosa cubría casi todo el cielo, creando un contraste entre la sombra y la luz, donde se tomó el tiempo para que su cabeza decidiera el camino correcto a seguir. Si los jefes querían un intelectual para la misión, probablemente se equivocaron de persona. Él, que solo anhelaba la acción, siempre era recompensado con acertijos. Durante horas, solo dió vueltas y vueltas alrededor de la montaña. Qué frustrante.

    -¿Este u oeste? ¿En serio este mapa está actualizado?

    El Chamán descansaba la espalda contra un árbol, tratando de descifrar el lugar exacto de la entrada que buscaba. Pero, por supuesto, la madriguera estaba bien escondida, ya que no había nada que se le pareciera cerca. Como una mala broma, el mapa tampoco era tan preciso como le hubiera gustado. Suspiró cansado y se preguntó una vez más por qué había aceptado la misión.

    Sí, únete a las Divisiones. Solo es una comprobación de reconocimiento. ¿Cómo se supone que voy a comprobar un lugar al que no puedo acceder?

    -Tío. A este paso, o me atraparán los sin raza o me matará la propia División.
   
    Su garganta le pedía que calmara la sed que llevaba soportando desde que llegó. Mirando el río frente a él, finalmente decidió dar un buen trago. Después de refrescarse la garganta, se aseguró de llenar la cantimplora para más tarde.

    -Oeste... Este....

    La nieve había borrado el camino que había recorrido anteriormente. Pero al inspeccionar más de cerca, encontró nuevas huellas.

    ¿Era solo su imaginación? Chamán sintió que su cuerpo daba un respingo al darse cuenta y revisó frenéticamente los alrededores. Su mano libre buscó rápidamente la pistola en la funda de su cadera, y una sombra cruzó su campo de visión. Sin embargo, después, su visión se volvió borrosa. Hacía tanto frío que era difícil resistirse a la tentación de rendirse. A lo lejos, donde continuaba el camino rocoso, una figura monstruosa, alta y oscura se desvaneció.

    Agarró la pistola, pero cuando pudo apuntar, la sombra había desaparecido por completo, como si fuera un fantasma en lugar de un humano. ¿Estaba alucinando?

    -Oeste... Este... - Y finalmente, aceptó no saber qué hacer, con el cuerpo llegando al límite. Dejó que su espalda descansara de nuevo, tratando de sacar algo de ello. -¿Por qué no me ayudas?

    Entonces lo sintió. Notó las frías uñas agarrándole la cabeza y girándola hacia la pared que había rodeado constantemente antes.

    -Por supuesto... Dentro de una de las montañas...

    Volvió a consultar el mapa. Todavía tenía que caminar un poco. Tenía que haber un camino dentro de una de ellas. Vamos. Solo estoy perdiendo el tiempo aquí. Gracias.

    Asintió con la cabeza, con la corazonada de que la sombra podría haber sido su viejo amigo, su compañero y lo que siempre había sentido como un espíritu protector.

    -Gracias, Pujay.

***


    La hierba completamente congelada. La sangre tiñendo la nieve de rojo. Más de un cuerpo sin vida en medio de la escena. Una imagen más habitual de lo que a algunos les gustaría, pero una bendición para otros. Insolentemente, el grupo de insurgentes no tuvo más remedio que esconder el rabo entre las piernas y escabullirse, al darse cuenta de que sus armas no eran suficientes para luchar contra los soldados que los rodeaban. Las bajas eran demasiado elevadas en ese momento de la batalla como para continuar.

    -¡Retirada!

A la orden del capitán al mando del pequeño grupo, pronto recogieron sus cosas y corrieron hacia el bosque. Cuando llegaron los soldados, les fue imposible encontrar a nadie. Cero. Ni una sola figura humana de ningún tipo. Por supuesto, registraron y barrieron la zona a conciencia, buscando entradas ocultas, pero no había manera. Ni una sola abertura.

-Buscad a esos cabrones. Los quiero muertos esta semana. ¡No, mañana mismo!

***

    -Esto es una puta vergüenza. No solo han matado a muchos de nuestros mejores miembros, sino que a ellos no les hemos tocado ni un pelo. Mañana les vamos a meter tal petardo por el culo que ni siquiera sabrán dónde disparar. -El comandante Lázár miró a su pequeño grupo de terroristas que aún quedaba en pie. Ninguno parecía muy motivado después de la gran cagada de esa tarde. Pero sabían que quejarse podía acabar siendo mortal para ellos, así que se limitaron a asentir con la mayor humildad posible. -Emil, eres un puto inútil con las armas. ¿Por qué coño sigues intentando parecer guay llevando una metralleta? Ni siquiera mides metro y medio y acabas volando tú mismo con el retroceso, un pollo pesa más que tú y seguro que sabe disparar mejor que tú.

    El miembro se quedó en silencio, tratando de mantener la compostura ante las quejas. Afortunadamente, todos sabían que una vez que criticara a un par de ellos, se quedaría más calmado. Como jefe, era especialmente benevolente, para ser el líder de un puñado de anarquistas que querían alcanzar sus ideales mediante la violencia. ¿Qué ideales? En realidad, a estas alturas, los que sabían la respuesta ya llevaban mucho tiempo enterrados treinta metros bajo tierra.

    Viejos comandantes. Guerrilleros del grupo original. Solo Lázár seguía en pie para poder transmitir su mensaje, o así habría sido si no hubiera perdido la cabeza hace ya años. En ese momento, no era más que un chiflado al mando de otras personas que simplemente querían dar rienda suelta a sus instintos más primitivos de violencia. Una extraña fuente inagotable de dinero y una afluencia de material de origen desconocido les ofrecían un paraíso terrenal para los juegos de disparos. De la forma más extrema posible.

    Pero era cierto que la moral estaba por los suelos desde hacía bastante tiempo. Todos sabían que Lázár ya no era lo suficientemente joven para manejar nada. Por supuesto, nadie quería reconsiderar que no había nada más desmotivador que la violencia por la violencia, y lo fácil que es agotar el deseo de continuar con algo cuando no hay resultados ni progresos tangibles. Al anciano solo le quedaban unos años para jubilarse. Y eso era algo que el propio Lázár sabía.

    -Escuchadme todos, pandilla de inútiles. Con semejante panda de capullos inservibles, yo no puedo trabajar. Y soy demasiado viejo para aguantar a un puñado de millennials que ni siquiera saben hacerse un puto huevo frito.

    Algunos tuvieron la osadía de murmurar en segundo plano. Lázár carraspeó.

    -Por eso... Mañana recibiremos a una persona más capaz de poneros al frente de la fila. Alguien con mano dura. -El comandante se sentó en la primera silla que encontró y comenzó a secarse el sudor con un trapo sucio que colgaba de otra silla cercana. -Quiero que Emil, Eli y Bakarne vayan a recogerlo a la salida este, donde está la Roca del Merodeador Borracho.

    Los mencionados protestaron. No había nada peor que tener que ir a ese maldito lugar en medio de la nada. El peculiar nombre que se le había dado a la roca, o al menos lo que se contaba como su origen, hacía referencia a un miembro en particular que custodiaba una roca todas las noches desde donde tenían acceso a un segundo cuartel general de emergencia. Al parecer, su afición a la bebida le pasó factura y, durante las noches, se dedicaba a vagar por el bosque en lugar de realizar la tarea que se le había asignado, lo que finalmente provocó que se descubriera esa base y tuviera que ser desactivada de inmediato. Lo peor de todo no era su pasado, que claramente supuso un punto de inflexión para el grupo, sino que, debido a su lejanía, se encontraba en una zona mucho más fría y terriblemente difícil de recorrer.

    -Dejad de quejaros, maricones. A ver si con una nueva dirección acabáis valiendo para algo más que disparar al aire y follar como animales en celo. Que no tenéis ni idea de cómo comportaros.

    Otra razón por la que Lázár ya no daba para más. Se había convertido en la figura de autoridad que tanto había odiado. Aunque a algunos les parecía divertido, eso solo servía para deprimir aún más a todos. Eso no significaba que sus palabras no fueran ciertas. Si algo caracterizaba a todos esos aspirantes a terroristas de parvulario era que no sabían luchar ni matar bien, pero también tenían una alta proporción de actos libidinosos a lo largo del día. Casi no había nadie que no conociera los orificios de su compañero de al lado. La tensión y el deseo de libertad habían llevado a muchos a renunciar a su orientación original solo para poder tocar algo de piel caliente.

    -En cualquier caso, mañana recibiremos allí a nuestro nuevo recluta. Y quiero que todos le mostréis vuestra mejor cara.

    Eso significaba principalmente que la vida de fiesta y violencia gratuita había terminado. Ahora era el momento de ponerse serio por un objetivo indeterminado. De locos.

    -Ah, y antes de que se me olvide....

    Lázár saludó hacia la puerta.

    -Aquí hay un corresponsal de los altos mandos. ¡Mirad a este tipo, fuerte, amenazador!.- Se inclinó hacia Chamán, recién llegado. Este agradeció a lo que fuera que fuese lo que estuviese en el cielo por todas sus máscaras y su fantástico equipamiento, porque estaba temblando por dentro. Especialmente después de presenciar el horrible desastre de batalla solo para informar a sus jefes. -¿Cómo te llamas, chico?.

    -Mi nombre en clave es... Chamán. El Chamán.

    -Oooh, alguna mierda mística de esas, sí.... -Lázár le dio una palmada en la espalda. -Espero que disfrutes de tu estancia. ¿Alguna pregunta para nuestro nuevo miembro?. 

    Se hizo un silencio sepulcral.

    Los estrechos pasillos de la base subterránea fueron testigos de sus protestas una vez que terminó la reunión de emergencia.

    -Illo, menudo mojón, con el fresco que hace y quieren enviarnos a ese infierno... Seguro que es una trampa o algo así. No creo que alguien competente venga de repente aquí para mandar y ayudar y.... -Emil titubeó al hablar, gesticulando efusivamente con las manos. No pudo evitar cruzar los brazos para protegerse del frío. Su uniforme de legionario español no le cubría lo suficiente la piel, que mostraba signos de ascendencia mestiza. Por su forma de pronunciar algunas eses, parecía ser de origen hispano-árabe, pero claramente criado en el sur de España. -Seguro que es otro degenerado y un sieso.

    -Creo que te olvidas de otro detalle importante. -Con un acento bastante alemán, que contrastaba con su aspecto de chica gótica en lugar de ario, Elizabeth comenzó a jugar con su largo cabello negro. -¿A quién demonios conoce ese viejo cabrón del exterior? Mientras no sea un antiguo colega suyo o alguna mierda por el estilo....

    -Uno que es más inteligente que todos en ese momento, no ni ná. -Emil se estremeció. Tenía el pecho al descubierto debido al escote del uniforme. Entre su pequeña estatura y su rostro suave, era uno de los favoritos a la hora de competir por un poco de diversión en las fiestas. Sin embargo, en ese momento no había ningún grupo de hombres más musculosos y con vello en el pecho dispuestos a darle su afecto después del desmotivador discurso, así que iba a tener que aguantarse el frío durante un tiempo. -Bakarne, ¿podrías dejarme una rebequita o algo, niña?

    -Bai, por supuesto. -Un acento nasal que variaba los tonos de forma exagerada salió de la boca de la joven. Se quitó la máscara para respirar un poco y se volvió a poner las gafas rotas y la txapela. En cuanto guardó la máscara se quitó la chaqueta y se la prestó a Emil. -Más te vale devolvérmela luego, edo...

    -Sí, sí... No quiero acabar como Víctor, hecho papilla. -Dijo, un poco asustado. Ambos eran más bajos que Elizabeth, que parecía una especie de reina ante ellos. Sin embargo, a pesar de ciertas similitudes y orígenes, Emil y Bakarne eran claramente diferentes. Emil se aferraba a mantener sus buenos modales y su aspecto cuidado, del que se enorgullecía. Mientras que la vasca parecía un animal, mostrando los colmillos como un perro, maldiciendo constantemente y con un aspecto desaliñado, con el cabello completamente despeinado. En lugar de comprarse unas gafas nuevas, se había limitado a arreglar las patillas con cinta adhesiva. La definición opuesta al glamour.

    Todos se fueron a sus habitaciones, sin querer intercambiar más palabras entre ellos. Mañana, y a partir de ahora, les esperaba una vida más organizada. Una pesadilla más terrible que simplemente morir en combate.

    Pero Chamán no podía molestarse en descansar. Caminó un poco hacia el vestíbulo, tratando de calmar su nerviosismo. Sentía que el ambiente de los pasillos lo aprisionaba. La suciedad acechaba su cordura. ¿Cómo podía la gente vivir en un estado tan miserable? ¿Y estos tipos estaban destinados a ser uno de los proyectos especiales para luchar contra el enemigo?

    La luz de la luna atravesaba una de las ventanas derruidas e iluminaba un vestíbulo espacioso y lleno de basura donde se conectaban la mayoría de las estancias principales. Una escalera conducía a varias oficinas especiales.

    Antes de poder volver a su habitación, vio que una de las oficinas de los responsables de las operaciones especiales abría su puerta. Sabía que guardaban algún equipo específico para misiones suicidas, y alguien tenía que estar a cargo de orquestarlo todo para el ahora demencial Lázár. Pero no podía creer lo que veían sus ojos, y se fue directamente a la cama, después de verla. No podía ser, sus ojos oscuros tenían que ser solo el anhelo de su corazón. Corrió a su dormitorio y se hundió bajo las mantas, completamente rojo.

    -Ella está aquí... Ella está aquí... ¡¿Por qué está aquí?!

    Intentó relajarse, pero unas manos frías y escamosas le agarraron la cabeza de nuevo. Su cabeza ya no estaba en el mejor estado, pero sabía que Pujay estaba allí otra vez. Sentía sus fríos dientes cerca de sus oídos, pero no podía entender nada. Finalmente, se rindió. El sueño se apoderó de la conciencia de George King y lo arrastró a lo más profundo de los sueños.

    Te has metido en una trampa mortal, Chamán.

    Pujay, con su naturaleza traviesa, decidió por una vez que era mejor advertir sinceramente al pobre agente estadounidense-irlandés que se había introducido en las fauces del monstruo.

***

    -Aaaagh.

    Sus huesos crujían débilmente mientras trotaba hacia la oficina del director general que gestionaba las quejas de los miembros para presentar su identidad falsa.






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